La semana pasada les conté sobre la colección Siempre Viva del 2014, y la mágica historia del día en que fuimos a hacer la producción de fotos con modelo a la Animita de Elías en Laguna Verde.
Mencioné también que todo había comenzado con un collar animita que había realizado para mi padre el 2013.
Hoy, antes de que caiga la Noche de Muertos, les quiero contar de esta pieza icónica en mi trayectoria de joyería artística, realizada bajo la tutoría del Historiador de Arte Rolando Báez para la exposición grupal Persistencia Barroca de la Asociación Joya Brava ,a la que aún pertenezco.
Arte Barroco en Latinoamérica
En esta tutoría estudiamos aspectos del movimiento barroco latinoamericano a través de un arte sacro mestizo y profundizamos en cómo este ha influido subterráneamente nuestra cultura hasta el presente.
La pintura barroca en Latinoamérica tenía un fin evangelizador. Más allá de buscar desarrollar una técnica, lo que se pretendía era poder transmitir las historias sagradas a los indígenas que no sabían leer. Esto llevó a crear un arte didáctico, donde la perspectiva y el realismo no tenían ninguna importancia, sino el mensaje. Pero los mensajes se cruzaron en un nuevo imaginario de cosmovisiones.
La Virgen del Cerro (Potosí, Bolivia)
Si miramos el cuadro veremos una historia completa. Se trata de la coronación de la Virgen. Arriba está El Padre, el Hijo y el espíritu Santo (la paloma). Vemos una parte de la escena terrenal y una celestial, sobre las nubes. Al frente los Reyes de España y al fondo, los dioses incas Sol y Luna, también presencian esta coronación. La Virgen, por su parte es una personificación de un Cerro existente en Potosí.
No tenía idea de qué haría con estas observaciones hasta que un día, por coincidencia, estuve en una presentación de una empresa que hacía tours de animitas.
Si las miramos en detalle, veremos que tienen muchas similitudes con el arte barroco latinoamericano. Estas pequeñas casitas describen a través de objetos dispares, la vida de quienes murieron. Cuentan una historia. Las flores artificiales eternalizan su vigencia en el recuerdo de los vivos.
En la cultura andina se creía que el alma era más pequeña que el cuerpo. De ahí seguramente el tamaño de estas casitas que se construyen para ayudar a las almas errantes, producto de una muerte trágica, a alcanzar al siguiente mundo.
Los rezos y las ofrendas son parte del ritual que las acompaña y mantiene vivas. Si bien son inicialmente levantadas por familiares y amigos, al cabo de un tiempo pueden volverse hitos devocionales. Así, cuando una animita concede favores, se llena de regalos, crece, se vuelve exitosa, recordada y santificada (de forma pagana). No importa quién fuera el muerto en vida. El único requisito para poder tener una animita, es haber muerto de manera trágica y alguien que esté dispuesto a levantarla.
Mi papá había muerto ahogado en 1991, a los 39 años, mientras rescataba a un adolescente que se estaba ahogando.
Mi proyecto sería entonces construir una animita joya para recordarlo.
Entonces apliqué la lógica de este arte barroco, en el diseño de una joya que estaría llena de simbolismos que hablarían de la vida de mi padre y de las cosas que le eran importantes. En un trabajo de arqueología, mi mamá y yo desenterramos fotos, cartas y cachureos varios de las cajas, que se convertirían en mis elementos.
Mi mayor dificultad era cómo armar la guirnalda collar. Hice una maqueta y la presenté en la mesa. Uní todos los puntos con líneas, como hacía mi papá, y conecté las flores utilizando la idea del grafo.
Traspasé esta maqueta a planos con medidas precisas, que luego utilicé como plantilla. Recorté las flores y luego las forjé para crear las rosas. Armé el grafo que conectaría todas las flores de la guirnalda con flejes de cobre..Algunas partes fueron patinadas y otras se dejaron pulidas para crear contraste.
Pequeña Animita para mi padre. Vividor, alegre, viajero, mujeriego, masón, matemático, brillante, apostador, bohemio, risueño, ausente, cómplice, adorable y desgraciado. Ahogado en una laguna mientras salvaba la vida de otro.
Pequeña Animita, para llevarte conmigo.
Ayúdame Papito
2013